Hoy salió a la calle el último número del diario Galicia Hoxe, el único que publicaba integramente en gallego; su escaso número de lectores convirtió este periódico que vio la luz en 2003 en inviable. Quienes lamentan su desaparición reconocen hoy la poca acogida que tenía en el mercado pero también culpan a la Xunta por no haberles subvencionado de una forma más generosa. Del Diario Oficial de Galicia os traslado dos cifras y no las comento, dejo a vuestro criterio extraer las conclusiones oportunas. Subvenciones a empresas que publican íntegramente en gallego: en 2009, 900.000 Euros, en agosto de 2010, 400.000 más.
No conocía Galicia Hoxe hasta que Galicia Bilingüe nació y tuve que mantenerme informada sobre lo que se publicaba en relación a la lengua y, no fue hasta que nos vimos obligados a llamarles para intentar averiguar a qué se debía la extraña forma que tenían de reflejar nuestras notas de prensa, cuando supe que pertenecía a la misma empresa que el Correo Gallego. Me extrañó la enorme disparidad entre la línea editorial de ambos medios y también la gran diferencia de trato que se nos daba. Por las páginas de Galicia Hoxe vimos desfilar desde un artículo de Beiras justificando a los radicales que nos habían atacado cuando celebramos nuestra manifestación en Santiago, hasta la publicación íntegra de un panfleto difamatorio que yo había tenido que denunciar ante los tribunales.
Me apena que los intentos de conservación del gallego se hagan tantas veces sólo desde una óptica nacionalista, e incluso radical, creo que éste enfoque no sólo no suma sino que resta.
Hoy, en su último número, el director de Galicia Hoxe publica un editorial sincero que refleja a las claras la línea editorial del medio. Os traduzo el primer párrafo y os facilito el enlace por si queréis leerlo completo. Se titula "A sangre fría"
Sólo le teníamos miedo a que nos cayese el cielo encima y durante dieciocho maravillosos años fuimos una tribu irreductible que mantuvo erguida la bandera en la que está bordado el ADN de este bendito/maldito país nuestro con el idioma como hilo conductor. Hoy finaliza la aventura del Galicia Hoxe, orgulloso heredero de O Correo galego, ahogado por la crisis, hecho añicos por el desprecio institucional alentado desde el gobierno que preside el Señor Núñez Feijoo, aplastado por el autoodio de una sociedad civil secularmente acostumbrada a mantener una relación paranóica con sus propias señales de identidad.
Cuando al comienzo de esta entrada hice alusión al trato que Galicia Bilingüe recibió por parte de Galicia Hoxe, no me estaba refiriendo únicamente a la manera cómo se distorsionaban nuestras notas de prensa, ni a la insistente publicación de artículos sobre nosotros que nos dejaban boquiabiertos, sino que tenía en mente el trato directo que se nos daba como personas cuando por algún motivo teníamos que hablar por teléfono con ellos, y que difería por completo del trato afable de los redactores de El Correo Gallego y, desde luego, de su Director, un señor encantador con quien tuve la suerte de hablar en alguna ocasión. Precisamente por el respeto que me merece José Manuel Rey y por lo agradable que ha sido siempre al hablar conmigo, no me pareció oportuno comentarle que uno de los redactores de Galicia Hoxe se negaba a hablar en gallego conmigo, a pesar de que una de las condiciones para recibir las subvenciones de la Xunta es dirigirse siempre a los entrevistados en gallego. Yo hablaba en gallego con él y en gallego respondía a sus preguntas, él lo hacía en español. En una ocasión me llamaron por teléfono para hacerme una entrevista, cuando respondí oi una voz que me decía "le llamamos de Galicia Hoy". Tardé unos segundos en darme cuenta de quienes eran. También deletreaban de forma muy peculiar las direcciones de correo electrónico cuando me facilitaban alguno para que les enviara alguna información. Es díficil reproducir cómo lo hacían y además no vale la pena, era todo tan pueril como cuándo me regalaban algún calificativo que no venía a cuento mientras hablábamos. ¿Por qué lo aguantabas? os estaréis preguntando. Como presidente de la asociación y encargada de las relaciones con la prensa, es mi obligación atender a todos los medios. Además, siempre aprendes algo.
Pese a todo, espero que la plantilla formada por 19 personas entre periodistas y filólogos encuentre pronto un puesto de trabajo. También espero que en su nueva andadura promocionen el gallego alejándolo de cuestiones ideológicas y, sobre todo, desde el respeto. Creo que todos saldremos ganando.