
Ante todo necesito daros la gracias por los comentarios tan entrañables que me habéis enviado sobre la entrada anterior, muchísimas gracias, veo que este blog es visitado por personas muy especiales y de gran sensibilidad.
Esa fue la única entrada sin comentarios visibles. Aún así, como sabéis, en todas las demás, por respeto hacia vosotros no puedo publicar todos los comentarios que se reciben, sólo os traslado aquellos en los que se asiente o se disiente sin recurrir a la grosería o a la difamación. Sin embargo, hace unos días recibí un comentario a la entrada dedicada a los disparates "normalizadores" en la Sanidad de Cataluña y Galicia, y lo retuve hasta hoy a pesar de que no contenía insultos explícitos ni expresiones soeces. Me pareció que valía la pena responderle a él solo en una entrada. Lo firmaba un señor o una señora apodado L. Esto es lo que decía:
Está bien que defienda sus ideales. Aunque he de decir que, de todas las veces que visité este blog, NI UNA SOLA ha escrito usted una entrada en gallego. Ni tampoco dispone de la opción para traducir a esta lengua que usted "venera tanto" al dejarse la piel en su defensa. ¿No es pues hipócrita en si misma su posición al respecto? (Es tan sólo una interrogación retórica, no hace falta pues que conteste pues sus hechos y palabras dan ya la justa respuesta). Tan solo decirle que me revienta su actitud, sus actos, y que concuerdo con quienes la critican (y no desde una crítica destructiva y ensañada, pues estas no llevan a ningún lado, sino los que la critican con la razón y el juicio de su mano). Un saludo, L,.
Otro saludo para usted señor L y le respondo.
No se cuántas veces ha visitado usted este blog pero es obvio que no ha visto las cinco primeras entradas, las que publiqué entre febrero y abril de 2011, ya que éstas sí disponen de versión en gallego. El motivo por el que dejé de escribirlas en ambos idiomas es que el 99,9% de los visitantes, incluidos los que escribían sus comentarios en gallego, solo leían la versión en español, de manera que me pareció lo más sensato ahorrarme un trabajo que no se aprovechaba (no uso traductor, escribo yo en gallego).
Yo no venero el gallego, ni tampoco el español, ni siquiera el inglés, que es la lengua que elegí como herramienta de trabajo. Me parece una excentricidad tener una lengua como objeto de veneración. Como usted sabrá, venerar es respetar en sumo grado a algo o a alguien por su santidad, y dar culto a Dios, a los santos o a las cosas sagradas. Pues eso, y dicho esto, añadiré que observo con tolerancia a quien tiene una lengua como algo a adorar.
Lo de la piel y lo de la hipocresía, pues, espero que lo haya descartado o que lo considere ya esclarecido.
Dice usted que le revientan mi actitud y mis actos. Lo siento sinceramente por usted. Como también sabrá, reventar es: causar gran daño a alguien, lanzar con violencia, abrirse por no poder soportar la presión interior, estallar violentamente, sentir y manifestar un efecto del ánimo, especialmente de ira. También morir violentamente. !Vaya por Dios! Soy consciente de que quienes están obteniendo pingües beneficios imponiendo lenguas no toleran ni mis actos ni mi actitud. Usted no parece pertenecer a estos sectores, de modo que no habría podido yo imaginar que trabajar para lograr que los niños puedan estudiar en su lengua, que la Administración sea bilingüe, o que la cultura se abra a ambas lenguas, por poner tres ejemplos, podría hacer sufrir tanto a alguien que no "vive" de la causa de manera directa. De sus palabras deduzco que usted no quiere que tengamos una poltitica lingüística como la de las demás democracias. Yo seguiré trabajando para lograrlo pero, por supuesto, tolero su postura.
Dice usted concordar con quienes me critican, pero solo con los que lo hacen con la razón y el juicio en su mano. No veo de qué manera se pueden retirar derechos gratuitamente a las personas de forma juiciosa o razonable, pero tolero a quienes no opinen igual que yo.
También aclara que no conicde con quienes me critican ensañándose o de forma destructiva porque ese tipo de críticas " no llevan a ninguna parte". ¿Debo deducir que si lograsen disuadirme le parecerían bien este tipo de comportamientos? No comparto su actitud pero la tolero.
Si es usted un poco observador, señor L, se habrá dado cuenta de que he utilizado el verbo tolerar cuatro veces al referirme a sus palabras pero ni una sola el verbo respetar. Las personas a las que nos gusta escribir somos muy cuidadosas a la hora de elegir las palabras que empleamos, así que le aclaro el por qué de esta elección. Hay muchas cuestiones que me disgustan pero aquí mencionaré tan solo aquellas relacionadas con la actividad que le disgusta a usted.
Tolero pero no respeto que, pudiendo evitarlo, se obligue a los niños a estudiar en una lengua que no es la suya. Tolero pero no respeto que haya quienes se forren con ello y que haya quienes les paguen. Tolero pero no respeto que se coarte la libertad de expresión de otros ciudadanos y que se intente difamarlos bajo es pretexto de que una lengua merece ser venerada. Tolero pero no respeto que se dilapide el dinero de nuestros impuestos en campañas absurdas que además buscan cambiar el idioma de las personas. Tolero pero no respeto que se adoctrine a los alumnos y que se les mienta. Tolero pero no respeto que se les diga a las personas con qué se deben identificar.
La frontera entre tolerancia y respeto está para mi bien definida, señor L. Para mostrárselo no usaré mis palabras sino que parafrasearé las de alguien que se expresaba mucho mejor que yo, las podrá encontrar usted en su Ensayo sobre la libertad; son de Stuart Mill
La tolerancia implica una cierta falta de respeto, mantener firmemente una opinión significa poner en ella todos nuestros sentimientos, ya que sin convicciones, sin algún sentimiento de antipatía no puede existir ninguna convicción profunda; y sin una convicción profunda no puede haber fines en la vida. Ahora bien, sin tolerancia desaparecen las bases de una crítica racional, de una condena racional. Se deben desaprobar tales opiniones, pensar que están equivocadas, o despreciarlas incluso, pero tolerarlas.