Os decía el sábado que estábamos pendientes de un mirlo que tenemos en el jardín. Pero no os dije por qué. ¡Mala conciencia!. Mi perrita estaba rondando un arbusto de aucuba que tengo junto a una mata de hortensias. Ladraba y metía la cabeza en el arbusto pisoteándome las hortensias en cada incursión. Pensé que había una serpiente, de esas que aparecen a veces en la finca y que miden más de un metro, así que, para evitar que le hicieran daño a ella y ella a mis hortensias, cogí un escoba y agité con ella el arbusto. Un pajarito negro que me pareció un mirlo salió despavorido del interior de la planta entre graznidos de espanto. Aparté las hojas, y allí estaba un pequeño nido, el nido postmoderno del que os hablé el sábado. Dentro del nido dos huevecillos azules como los de esta foto que he encontrado en internet.
Al atardecer, mi hijo pequeño y yo nos preguntábamos si la mama mirlo habría abandonado el nido por mi culpa. Éramos incapaces de esquivar la intriga, de modo que nos acercamos con sigilo al arbusto, y escudriñamos a cierta distancia el interior hasta que conseguimos ver el nido a través de las ramas. Nos pareció que estaba vacío. ¡Pobriños! decía Alfonso -se van a morir dentro de la cáscara-. Me acerqué más hasta casi rozar las hojas con mi cara. ¡Y de nuevo salió volando la señora mirlo, esta vez graznando con verdadero terror! Ahora no sabemos si volverá, si habrá pensado que soy una depredadora de nidos y que aquel apartamento está maldito sin remedio. Nos hemos propuesto no volver a rondar la aucuba. Hemos buscado información en internet. Los mirlos incuban durante unos 14 días, ese es el plazo que nos hemos fijado. Si a partir de entonces oímos a los pequeñines, será que la cosa ha salido bien, crecerán, abandonarán el nido y algún día cantarán como el mirlo de este vídeo. Crucemos los dedos, ya os contaré. (En la primera imagen tenéis la dichosa aucuba y las hortensias un tanto chafadas por las patolas de mi perrita)
y hubo un final feliz?
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