Sólo unas fotos

Es José Manuel y el entorno nevado: Viena. Allí hemos pasado de nuevo las vacaciones de Semana Santa, y nos la hemos encontrado como veis, nevada y preciosa. El frío no nos impidió disfrutar de unos días en los que hemos aprendido mucho, escuchado música, y aprovechado para conocer un poco mejor a los vieneses y los lugares habitualmente no incluidos en el  circuito turístico. Nada más llegar, Jose se compró un sombrero negro con el que lo encontré muy atractivo; sentí no estar a juego con él, ya que yo no había llevado ninguno de los míos para no estropearlos en el viaje, y los sombreros vieneses que me gustaban eran demasiado caros, así que tuve que conformarme con este gorro, que me quedaba muy mal, pero con el que me sentí muy abrigada. ( Haced clic para ver el resto, por favor, son muchas fotos)

A los dos nos fascina la Historia, de manera que aprovechamos para ordenar el complicado libro de familia de las monarquías centroeuropeas. Nada mejor que una visita a la cripta real para colocar en la memoria a cada uno en su sitio. Es un lugar poco visitado y no es tan grandioso como el Panteón de Reyes de El Escorial, pero es un sito que sobrecoge, y nos dimos un interesante baño de Historia. El sarcófago que veis detrás de Jose contiene los restos de María Teresa de Austria y de su marido, el Kaiser Francisco I. Ella era una mujer poco común en las casas reales, que se casó por amor, rechazando una unión con el futuro Carlos III de España. Para que pudiera ser reina de Austria y de Hungría, su padre, el emperador Carlos VI,  promulgó la Pragmática Sanción y la cosa salió bien. Ella había  recibido una formación esmerada, podría decirse que puntillosa, incluso recibió cierta instrucción militar para que el rito de coronación en Hungría, que había de hacerse a caballo, fuera todo lo lucido que requería la ocasión. Su marido se encargó a partir de entonces de las finanzas del Imperio, pero las cuestiones de alta política las llevaba ella personalmente. Tuvo tiempo y capacidad para traer al mundo a dieciséis hijos, construir hermosos edificios para la posteridad, y manejar los asuntos de Estado. Fue una pena para España que no se hubiera casado con el rey español, aunque, en mi opinión, a nosotros nos hubiera ido mejor si su padre, Carlos VI, hubiera ganado la Guerra de Sucesión española en lugar del Borbón. 

De los ciento ochenta sarcófagos visitables, hay siete que lucen flores y muestras de respeto y cariño. Por supuesto pueden verse ante el  de Sissí, en menor medida ante el de su marido, Francisco José I , y alguno más ante el de su hijo, el infeliz Príncipe Rodolfo, y es que esas trágicas muertes por amor conmueven mucho. 

Lo que me llamó la atención fue la corona de flores que había ante el sarcófago de Zita, la última Emperatriz del Imperio Austro-Húngaro. Llevaba el nombre de un grupo monárquico de Bohemia. Es curioso que tanto tiempo después todavía haya personas que cultivan estas querencias.

Pero lo más llamativo es que a los pies del sarcófago de Fernando Maximiliano, el cuñado de Sissi y  Emperador de Méjico durante un breve período de tiempo, se podían ver muestras de cariño de personas que, al parecer, procedían de Méjico. En la foto no se aprecia, pero había sombreros mejicanos y flores con la bandera de ese país entrelazada. 

Esta foto se la hice a Jose en un emblemático establecimiento de delicatessen, Julius Meinl am Graben, una pocholada de tienda en donde se compró unas variedades de queso austríaco que no conocíamos. Tardó un siglo en decidirse,  no podíamos traérnoslo todo.

Los embutidos de este mercadillo no le llamaron la atención. En las preciosas plazas del centro se pueden encontrar mercadillos como éste con sus casetas  de madera adornadas, donde los vieneses compran salchichas cocinadas y unos preparados a base de pasta, embutidos y hortalizas que se toman allí mismo. No tenían mal aspecto pero, para embutidos, los nuestros, sin duda.

A mi me gusta más visitar mercadillos como éste, donde puedes encontrar jabones y hierbas aromáticas de la zona.

En esta ocasión, por ser Pascua, había también miles de huevos pintados a mano.

Paseando por las calles menos comerciales me encontré muchas tiendas del año de Carracuca, como ésta de golosinas, también hay numerosos establecimientos de comida vegana con productos muy ricos. 

Encontramos este casa de comidas muy de allí. El ambiente familiar me recordó al de algunos lugares entrañables de Galicia. Te sientas donde cuadra, así que compartimos mesa y charla con unos señores muy simpáticos. La comida era barata y muy abundante. 

Tal vez demasiado, Jose no pudo dar cuenta de este schnitzel que se salía del plato (antes se había tomado una inmensa ensalada de patata).

Concierto en la Orangerie del Palacio de Schönbrun. En la foto no se ve lo bien adornado que estaba el lugar. Nosotros asistimos como creo que se debe, es decir, bien vestidos y duchados;  por respeto a los músicos y al requerimiento que se le hace al público cuando adquieres las entradas. Fue el único concierto "para turistas" al que acudimos. Un pena ver la poca educación de alguna gente. Más de la mitad de los asistentes iban en plan playero y bebían a morro de botellas de refrescos mientras unos músicos excelentes interpretaban su repertorio de Mozart y Strauss. En un extremo de la fila en la que yo estaba, un señor acompañaba los sorbos de una botella de Coca-Cola de litro con una galleta de chocolate que se derretía entre sus dedos pringosos. Junto a mí, una señora hundía a cada rato su mano en el bolso y sacaba un puñado de chuches que se metía en la boca como si fuese Pepe Pótamo. De vez en cuando el violín sonaba entrecortado con el croc croc que mi vecina de la izquierda emitía al masticar. Una tortura.

Esto ya es otra cosa. Representación de La Flauta Mágica en la Volksopera. Como podéis ver, en ésta foto del vestíbulo, el lugar no es tan imponente como la Staatsopera a la  que fuimos  el año pasado, pero la interpretación fue excelente y fue muy reconfortante ver a tanta gente joven y a familias con niños asistir a un espectáculo como este.

Un regalo. Misa de Pascua en la capilla de música del Palacio de Hofburg. Entramos a las nueve de la mañana del domingo, comenzaba a nevar y ante la puerta solo se oian los cascos de los caballos que tiran de los carruajes.

Nos sentamos en un palco muy cerca de los niños cantores de Viena.

Acompañados de varios tenores y sopranos de la Ópera de Viena interpretaron la Misa de la Coronación, de Haydn. Una maravilla. Jose había comprado las entradas con mucha antelación, estábamos muy cerca de los niños y teníamos y visión perfecta de la capilla.

Como veis, junto al altar, ocho jóvenes monjes cantaron la misa

Al finalizar la misa los niños bajaron a recibir el aplauso de quienes estaban en la parte inferior. Fue una celebración entrañable, personas de países y, tal vez credos diferentes, dándose la paz un domingo de Pascua con los sentidos llenos de música.

Lo más esperado del viaje. Réquiem de Mozart en la Karlskirche la noche antes de volver a casa. Siempre nos lo perdíamos, de manera que  decidimos retrasar un día el regreso para poder asistir. No tengo palabras. Creí que me iba a dar algo. Sesenta  minutos que te reconcilian con el género humano. ( la foto no es mía)

Como os podéis imaginar, no iba yo a pasar por Viena sin darme un homenaje de buena repostería en esos lugares singulares que tiene esta ciudad que tanto me gusta. Aquí estoy subiendo las escaleras del  Kunst para almorzar en su cafetería.

Me encanta este lugar

No he fotografíado todos los cafés ni todas las tartas que me he tomado. Tan sólo os ofrezco los tres primeros premios. El más elegante: Café Landtmann. Como no puedo captar con la cámara sus recovecos ni el ambiente, os muestro el expositor de tartas y a Jose tomándose un chocolate con pastel de frambuesa.

El mejor en sabor: Demel. El lugar sabe a tradición y las tartas a arte 

La zona del obrador desde las estrechas escaleras que conducen al entrañable salón de la primera planta

Esta pequeña porción de tarta contiene más sabores que el mostrador de 20 confiterías en serie. La fina capa que se aprecia bajo la almendra tostada es una deliciosa crema casera de ruibarbo. 

Después de haberla probado decidí completarla con nata. No sé por qué en España tienen la manía de batirla con tanto azúcar, está mucho más rica menos dulce.

El más completo: Café Central. Buena comida, buenos postres, buen servicio y un sitio precioso.

Era imposible decidir qué tarta pedir porque el muestrario era de pecado, así que, como de plato me había tomado un gulash, pedí un postre casero caliente. Si vais os lo recomiendo, se llama Kaiserschmarrn mit zwetschkenróster. La deliciosa pasta está salpicada de  pasas de corinto y caramelo crujiente templado. Se acompaña con ciruelas rojas recién cocinadas.

Fue una semana maravillosa en la desconecté prácticamente todo el tiempo, aunque siempre hay alguna ocasión para acordarse de los quehaceres cotidianos. Por ejemplo cuando volvimos al Museo de Historia Natural (es el mejor que he visto en contenido y, sin duda, en continente). Quería ver de nuevo la colección de mariposas y escarabajos y, de camino, al pasar por la sala en la que hay algunos animalillos, vi tres categorías de monitos que a Jose le recordaron la clasificación que yo suelo hacer cuando hablo de nuestros queridos opositores. Es solo una broma. Os dejo las fotos sin texto, que no quiero que nadie se moleste.