
Es difícil hoy en día inculcarle a un niño buenas maneras y respeto hacia los demás teniendo en cuenta cómo crecen la zafiedad y el embrutecimiento a nuestro alrededor. Yo lo intento y, aunque a veces me parece que no consigo los resultados apetecidos, creo que las buenas enseñanzas y, sobre todo, los buenos ejemplos, quedarán guardados en algún lugar de su interior y aflorarán en el futuro. Sin embargo, hay tres cosas que me parece que he logrado que asuma, la primera, a tratar con respeto a las personas mayores, algo que a él le resulta fácil porque le recuerdan a sus abuelas y al único abuelo que le queda; tres personas a quienes quiere mucho. También veo que sabe valorar el trabajo de los demás, y que ha comprendido la importancia de no burlarse nunca de los defectos de otras personas, incluidos los errores de expresión. No todos han tenido la suerte de poder acceder a una buena formación, ni de estar rodeados de un ambiente culto, le hago ver. Pero, ¿qué decirle cuando quien mete la pata es una persona que debería dar ejemplo? Pongamos por caso un cargo público relevante. ¿Qué decirle si, además, ese cargo público es un Conselleiro de Educación?.
Hace unos días me encontraba en la cocina preparando la cena; coloqué mi portatil sobre la mesa para escuchar una de tantas grabaciones que me envian los socios y simpatizantes de Galicia Bilingüe cuando les parece que algo nos puede interesar. Junto con un audio de RNE en Galicia me hacían llegar un vídeo. Mientras adornaba una ensalada, la voz del Conselleiro de Educación se oía en el programa "El gato al agua". Me di cuenta de que el peque había entrado en la cocina cuando le oi exclamar "mamá, está mezclando; ¿quién es?".
Los que tenemos hijos pequeños estudiando en Galicia comprobamos cómo a menudo mezclan códigos lingüísticos, en este caso gallego y español, algo que les sucede al hablar pero sobre todo al escribir y más frecuentemente a partir de la segunda mitad del curso. No se trata de las expresiones habituales que los gallegos usamos cuando hablamos español, de nuestro cariñoso diminitivo, de palabras prestadas muy expresivas que casi entrecomillamos con la entonacion al hablar, ni del escaso uso que hacemos del pretérito perfecto, sino de verdaderos errores ortográficos, semánticos y de sintaxis, "fruto" de estudiar todas las asignaturas que requieren un uso más intensivo de textos en gallego. Mi hijo está acostumbrado a que yo insista en que no se deben mezclar los idiomas; que cuanda habla o escribe en gallego o en español ha de hacerlo correctamente en ese idioma: "que no mezcle"; y ese error, enseguida se percató, era precisamente el que estaba cometiendo aquel señor que hablaba en la tele.
Me volví y rebobiné la grabación. El Conselleiro intervenía por teléfono e intentaba convencer a los espectadores de que los profesores descontentos con los recortes en la plantilla eran una pequeña minoría. Lo expresó de la siguiente manera: "los profesores lo están a entender". Los periodistas presentes en el plató pusieron cara de haberse quedado, como suele decirse, "a cuadros". Segundos más tarde reincidió: "lo están a entender".
Podía haberle explicado al niño que, siguiendo instrucciones del Presidente de la Xunta, el Conselleiro y otros cargos están recibiendo clases intensivas de gallego desde hace dos años y que, tal vez por eso, a veces se hace un lío, pero seguramente la próxima vez que oyera esa misma voz en alguna emisora hablando en gallego se daría cuenta del escaso provecho que el Conselleiro obtenía de su aprendizaje y, de nuevo tendría que buscarle alguna disculpa.
Algunas cosas son difícles de disculpar; por ejemplo, los errores que uno se encuentra en los textos publicados por la Consellería de Educación en el Diario Oficial de Galicia. Así, de memoria, recuerdo un buen surtido. Los hay de todo tipo; algunos incluso son buenos para ejercitar la imaginación, como la expresión incluida en la Ley de Convicencia conductas leves perjudiciales, donde debería decir, a poco que uno piense, conductas levemente perjudiciales, pero lo que más abunda son las "mezclas", esas que intento corregirle a mi hijo: veinte y una en lugar de veintiuna, tras mezclar la palabra en español con el vinte e unha en gallego, o el hibrido guardas surgido de mezclar el español guardia con el gallego garda. Incluso me he encontrado una expresión que parece haber sido redactada por el propio Conselleiro y que mi hijo identificaría enseguida, un "sonoro" están a desarrollar en lugar de se están desarrollando. No sé si los recortes han llegado a afectar ya al propio personal de la Consellería y es el pobre Conselleiro quien ha de redactar él solito los texto legales prescindiendo incluso de los habituales correctores.
Algunas cosas son difícles de disculpar; por ejemplo, los errores que uno se encuentra en los textos publicados por la Consellería de Educación en el Diario Oficial de Galicia. Así, de memoria, recuerdo un buen surtido. Los hay de todo tipo; algunos incluso son buenos para ejercitar la imaginación, como la expresión incluida en la Ley de Convicencia conductas leves perjudiciales, donde debería decir, a poco que uno piense, conductas levemente perjudiciales, pero lo que más abunda son las "mezclas", esas que intento corregirle a mi hijo: veinte y una en lugar de veintiuna, tras mezclar la palabra en español con el vinte e unha en gallego, o el hibrido guardas surgido de mezclar el español guardia con el gallego garda. Incluso me he encontrado una expresión que parece haber sido redactada por el propio Conselleiro y que mi hijo identificaría enseguida, un "sonoro" están a desarrollar en lugar de se están desarrollando. No sé si los recortes han llegado a afectar ya al propio personal de la Consellería y es el pobre Conselleiro quien ha de redactar él solito los texto legales prescindiendo incluso de los habituales correctores.
Le pedí al niño que llevara la ensalada al comedor sin haberle revelado el nombre del "mezclador de idiomas", y proponiéndome disfrutar aquella noche de la cena sin grandes enseñanzas, aunque tal vez debería haber aprovechado la ocasión para enseñarle lo importante que es el rigor; intentar hacer bien cualquier cosa que uno haga, y también para aclararle algo: " cuando te digo que lo importante es participar aunque no ganes, me refiero a los juegos, no a las cuestiones serias de la vida. Cuando seas mayor, no aceptes hacer algo que no sepas hacer bien; por respeto hacia ti mismo y hacia los demás".
PD. Alguien ha tenido la amabilidad de enviarme el vídeo al que hago referencia convertido a you tube. Solo se muestra el primer minuto de la intervención pero creo que es suficiente porque ya se perciben 5 gazapiños. La caras de los periodistas son un poema. Aunque esta entrada se ha publicado hace ya cuatro días os pongo ahora el vídeo con el nombre que "trae de fábrica".
Jesús Vazquez y sus gazapos
Publicado en La Voz Libre
PD. Alguien ha tenido la amabilidad de enviarme el vídeo al que hago referencia convertido a you tube. Solo se muestra el primer minuto de la intervención pero creo que es suficiente porque ya se perciben 5 gazapiños. La caras de los periodistas son un poema. Aunque esta entrada se ha publicado hace ya cuatro días os pongo ahora el vídeo con el nombre que "trae de fábrica".
Jesús Vazquez y sus gazapos
Publicado en La Voz Libre