sábado, 19 de septiembre de 2015

Hermano Toro de la Vega




            
No logro ver arte en una corrida de toros, ni consigo captar el fair play en la caza que no se practica para obtener proteínas sino placer. Pero no llamaría asesinos a los taurinos, a pesar de la tristeza y la perplejidad que sentí cuando vi por primera y última vez una corrida de toros en televisión; tendría yo unos diez años. Tampoco llamaría asesinos a los cazadores, aunque haya tenido que curar y acoger a tantos perros maltratados o abandonados por cazadores desaprensivos.


Algo no encaja en el activismo anti-tauromaquia en algunos lugares de España. Una detractora de las corridas de toros se quejaba hace un tiempo, mediante una carta al director en Faro de Vigo, de que grupos nacionalistas estaban monopolizando este tipo de activismo. No quería que la confundieran con ellos. Un local social (herrikotaberna) de Pontevedra dedicado a la causa nacionalista y que protagoniza campañas del colectivo Stop Touradas, era también la covachuela donde se organizaban y difundían talibanadas para reventar los actos de Galicia Bilingüe al modo que bien conocéis los visitantes de este blog. 

En Tordesillas, los anti-tauromaquia llamaban a voces "hermano toro" al pobre toro Matasuelas, que finalmente cayó víctima de las lanzas de unos energúmenos que no deben de haber encontrado otra forma más civilizada de canalizar sus frustraciones. No hay excusa ni manera de edulcorar tamaña salvajada; eso no es arte ni tradición digna de ser conservada. Ciertas tradiciones es preferible no perpetuarlas, la de lancear a un toro, la de ponerles un cinturón de castidad a las mujeres, la de encerrar a los disminuidos, o la de tirar la basura por la ventana.

San Francisco de Asís fue elegido por los animalistas como su patrón. Era vegetariano, hablaba a las golondrinas, amansaba lobos y era una persona bondadosa, brillante y especialmente sensible. Compuso el Cántico de las criaturas, o Cántico del hermano sol, un bello texto que influyó en gran parte de la poesía mística española posterior. Pero sobre todo amaba a sus congéneres y cuidaba a los enfermos, también a los leprosos, con quienes compartió techo. Las personas partidarias de prohibir la fiesta del toro son creíbles cuando llevan una vida acorde a los principios de aquel que llamaba hermanos a los animales. Y con ello me refiero a los que son partidarios de prohibir la fiesta, no a los que, como yo, no soportamos ver sufrir a un animal, pero equiparamos las corridas de toros a otras industrias de las que viven personas y que también conllevan un gran padecimiento para los animales. Esperamos que este tipo de industrias se reciclen y se acabe este sufrimiento. Esperamos, en fin, que esas personas sean capaces de sentir empatía, que consigan ver más belleza en la mirada de un toro que en una verónica, que no permanezcan sordos ante el grito de dolor de un animal al ser sacrificado de forma cruenta. Pero no reconozco legitimidad para protestar a aquellos que no quieren que sufra un animal y, sin embargo, hacen sufrir a seres humanos, limitan su libertad de expresión, los amenazan y amedrentan. Tampoco se la reconozco a aquellos que prohiben la tauromaquia pero permiten los Correbous. Esos, lo único que persiguen es acabar con cualquier reminiscencia que les recuerde al país que detestan.

Feliz semana amigos, la próxima daremos caña en otro barrio. Os dejo con un artículo de nuestra revista Vosotros. Se lo dedico a la Protectora de animales Os Biosbardos, donde trabajan estos jóvenes estupendos. Lo escribí con mucho cariño, espero que os guste. No abro comentarios esta semana. Un abrazo.



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2 comentarios:

  1. Para una vez, y sin que sirva de precedente, que uno tiene opinión formada sobre el tema a tratar, resulta que no puedo dejar mi impronta sobre el Toro de la Vega. ¡¡¡Cachiiiiissss!!!
    No es que uno se sirva de la gentileza con que le visualizan los comentarios, algunos ciertamente desagradables y aproveche el blog para lanzar opiniones que podrían ser favorables a la celebración del torneo tordesillano. ¡¡Nada más lejos de la realidad!! Si hay un práctica salvaje en España, dejando de lado los informativos de tvg, es el Toro de la Vega.
    Pero no podemos, con perdón, olvidar que era una fiesta (mejor dicho, salvajada) en un pueblo perdido en medio de la meseta, que cuatro quintos pasados de botellines celebraban antiguamente y que los animalistas han vuelto a poner en el candelabro (Sofía Mazagatos, dixit). El Toro de la Vega era un acontecimiento en vías de extinción, donde los animalistas han conseguido multiplicar el número de espectadores de manera exponencial. Quiero pensar que de manera involuntaria.
    A uno, suspicaz por naturaleza, le gustaría preguntar a los que se oponen al Toro de la Vega, ahora que se hacen encuestas para casi todo, y conocer sus tendencias políticas. Yo tengo una encuesta de andar por casa que me dice que el 93% son de izquierdas. El 7% restante podría ser un grupo de jubilados despistados que pasaban por allí, vieron alguna chica mona y decidieron quedarse. Otra realizada por la usc, con una importante carga de profundidad soberanista, dice que el 70% odia a España y el 30% restante vota Podemos. Valga la redundancia.
    No quiero yo traer a colación la práctica aberrante del aborto. Evidentemente no es lo mismo, no podemos poner en la misma balanza a un nasciturus y a un toro bravo, pero tampoco estaría de más una defensa más activa del género humano por parte de algún@s.
    La captura del atún rojo en aguas del estrecho de Gibraltar no deja de ser una salvajada, pero luego nadie quiere renunciar a ir a “El Campero”, el mítico restaurante de Barbate y ponerse hasta arriba de este manjar de dioses. Si no recuerdo mal, esta eminencia que los separatistas catalanes han puesto de cabeza de cartel para las elecciones plebiscitarias (o autonómicas o lo que sea), el tal Raül (?) Romeva presentó una propuesta en el Parlamento Europeo para acabar con la pesca del atún rojo en el mediterráneo. ¡¡¡Será desgraciao!!!
    Con tanto tiempo libre como disponen los defensores de la vida animal, yo les daría un consejo; en ciertas ciudades de Siria e Irak, los salvajes del daesh tienen la “feliz ocurrencia” de arrojar a los homosexuales desde lo alto de un edificio. No estaría mal que algunos que tanta pasión ponen en defensa de los animales se partieran la cara por estos pobres desgraciados. Por supuesto tiene menos riesgo defender al toro alanceado en Tordesillas y si de paso acabamos prohibiendo los encierros, las corridas de toros y demás festejos que los pueblerinos celebramos con gran regocijo, miel sobre hojuelas.
    Acabaremos con el Toro de la Vega y al final se terminará sin poder celebrar nuestros populares curros, “A rapa das bestas”, donde los animalistas sacarían a relucir el brutal maltrato físico y psicológico que sufren los pobres caballos encerrados en un recinto tan pequeño, mientras unos locos tratan de subirse a sus grupas y los espectadores gozan con la destreza de esos atolondrados, llamados también aloitadores. Luego, entre el deliro de la concurrencia les cortan las crines y los marcan a fuego. ¡Salvaje espectáculo digno de ser prohibido!
    No quiero ver dobles intenciones en estos defensores de la vida que empiezan defendiendo a un toro y acaban cargándose la fiesta nacional. Nadie pretende desacreditar a los animalistas, porque se desacreditan por si solos, pero al final va a ser que lo único que les interesa a estos irredentos defensores de la vida animal es atacar los símbolos nacionales. Con razón,…… o preferiblemente sin ella.

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    1. A ver. Me sabe mal no publicarle este comentario al señor Molet, que se ha tomado la molestia de redactarlo con esmero y extensión. Así que, hala, lo publico y vuelvo a cerrar.

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