lunes, 14 de marzo de 2016

Feijóo deja la política





Me asomo aquí un momento para hace un vaticinio casero sobre lo que va a hacer Feijóo. Lleva un montón de tiempo haciendo como que deshoja la margarita: que si opta a la Moncloa, que si intenta repetir como presidente de la Xunta. Me voy a mojar. Yo creo que lo deja. El riesgo de no ganar en Galicia es muy alto, y en Madrid lo tiene muy muy difícil. Demasiados competidores mejor situados y sin lastres del pasado. Los dosieres vuelan con páginas afiladas como navajas de Albacete. 

Por lo visto tiene desde hace un tiempo una oferta de esas difíciles de rechazar, un caramelo que ponen a su alcance sin necesidad de aprobar una oposición. Creo que dejará la política y creo que hará bien. En lo afectivo se le ve contento, y por aquí puede volver cuando quiera, para disfrutar de la casa frente al mar que proyecta en la provincia de Pontevedra, en un lugar que siempre le gustó mucho.

Si me equivoco, me equivoqué, que total me sale gratis. Hasta voy a animarme a dar casi por seguro el nombre de su sustituto. Si elige Feijóo, el "agraciado" será Pedro Puy. La verdad, no sé cómo es posible que se rumoreara que podría ser Rueda. Es demasiado apagado, no lo veo en campaña ni de broma. Puy es más ambicioso y, por desgracia para nosotros, es del ala nacionata del PP. Siempre estuve convencida de que ejerció una pésima influencia sobre Feijóo; si no hubiese sido por él, la situación en cuestión de idioma y sus doctrinas sería infinitamente mejor. De poder elegir, yo preferiría mil veces  a Ana Pastor, que hoy por hoy es uno de los mejores activos del PP. 

Pues nada, me vuelvo a lo mío, y no podré publicar ningún comentario, que me queda introducir las calificaciones de mis alumnos en el sistema informático de la Xunta. A ver si hay suerte, que siempre se descuajeringa cuando llegan las evaluaciones. Espero que el próximo presi, sea del partido que sea, nos ponga a alguien válido en Educación, y con un presupuesto menos cutre. 

Un abrazo, amigos

1 comentario:

  1. No hay mal que por bien no venga.

    Y no me refiero al abandono por parte de Feijóo de la política, sino a la llegada al poder de las Resacas y demás desastres naturales tan propios de nuestra tierra y por aquí conocidas como las mareas. Breogán nos castiga con un tarado propio (de pelo blanco, para más señas) y de matute nos cuela algo tan impropio como los desastres naturales. Como un terremoto, las Mareas son imprevisibles, sus efectos, devastadores y su prevención, imposible.
    Aunque es un hombre de letras, Feijóo ha hecho números y no le salen las cuentas. El riesgo de no poder repetir como presidente y verse arrinconado en el parlamento, por donde pueden empezar a pulular perroflautas de todo pelaje obliga a nuestro presidente a dar por finalizada su odisea galaica. Lamento discrepar con la administradora de la bitácora, pero creo que Feijóo no deja la política, más bien la política deja a Feijóo. Yo creo que el tiempo de Alberto ha pasado y dudo que nadie, salvo los muy forofos, lo puedan echar de menos. Otra cosa es quien venga detrás. Si es del pp podrá ser mejor o peor, pero como sea de las Resacas, en poco tiempo estaremos añorando a Betiño. Y eso que mientras ha gobernado la carencia de valores del señor Feijóo le ha llevado a hacer la misma política desde la plaza del Cobradoiro que su alter ego Mariano desde la Moncloa. Siendo un hombre liberal en lo económico ha hecho una política de izquierdas, o si lo prefieren socialdemócrata, que tanto monta. Siendo una persona de derechas, para disimular ha hecho una política de postureo, o si lo prefieren, de izquierdas. Y siendo más español que el palo de la bandera, más parece el delegado de Carles Puigdemont en tierras de Breogán, que un apuesto pepero.
    Que un mindundi sin principios deje en la estacada a Rajoy (y Feijóo políticamente es un mindundi) sólo se explica dentro del enorme carajal que se vive en el pp y donde parece que empieza a entonarse el “sálvese quien pueda”. Yo no lo voy a echar de menos. En Galicia, si un milagro no lo remedia nos tocará soportar a los nacionalistas, unidos a las mareas y a un partido socialista descabezado, pero con un Besteiro que amaga con irse pero no se va. Igual que Feijóo: me voy, pero me quedo.
    Y es aquí cuando Alberto tira de catarsis y pone a Rajoy en la tesitura de elegir al abanderado de la pusilanimidad para sustituirle o que se busque a otro para candidato a la presidencia de la Junta de Galicia. La altura de miras del niño de Os Peares se reduce a que si gobierno me quedo. Ante la duda me voy. Es decir, no venimos a hacer política, venimos a mangonear; gobernar para los más ilusos. Por una vez y sin que sirva de precedente no coincido con la administradora de la bitácora. No tengo claro que continúe, pero si Feijóo atisba que puede gobernar continuará. Don Alberto sigue siendo un animal político y como político un animal y no hay nada que lo ponga más cachondo que el poder. Mejor en Madrid, pero si no puede ser, aquí.
    Entre tanta conjetura nos va a venir bien una vacuna contra la insensatez, contra el odio gratuito, y confiando que en estos cuatro años en los que nos veremos obligados a soportar a las mareas vivas y sus resacas, nos sirvan de escarmiento para curarnos de manera definitiva de los nacionalismos y sus confluencias.
    Y si por un casual, Alberto dice la verdad, en algo tendremos que darle la razón a los de Podemos. Cuando un político deja el servicio público y vuelve al sector privado entran en juego las puertas giratorias, donde las empresas no pagan por los servicios que prestan, los interesados cobran por los servicios anteriormente prestados.
    Alababa la señora Lago en una entrada anterior la figura de Modesto, un socialista con principios. Dejando a un lado a José Ramón Gómez Besteiro, Modesto debe ser el único hombre vivo del psg con principios. En el pp, para nuestra desgracia, ya no queda ninguno.

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